María Lourdes Pacheco Hernández
Busco enaltecer aquel rincón del recuerdo que se mece entre mis sueños, dibujando promesas infinitas, cual tiempo indefinido, cual efímera existencia del día y la noche ... en su eterno renacer. Busco embriagarme de recuerdos meditando con una canción evocada del pasado, la primera de todas, la belleza que me llenó... la que me hizo llorar una vez... la que me vistió de vida y desnudó mi mente.... la que hizo estremecer mi cuerpo con su aliento, llenó de esperanzas revoloteando cual espuma de mar en la orilla de un sentimiento... cuyas huellas esculpidas en mi piel suelen borrarse por momentos cuando el mar del desamor baña mis horas y mi rostro se empaña de lamentos. Yo le quería y le perdí... perdiéndome a mí misma, quizá.
Aún suelo romper en mil pedazos la espera, buscando un pretexto para arrojarme al abismo del olvido, mas las aves del recuerdo vuelven a mi, volando ante mis ojos, para luego dejar posar una flor en mi pecho... la flor del te quiero, el que no quiere fenecer aún, ni volverse efímero como la vida misma, la que me acompaña tras el atardecer de mis horas... que suelen volverse nada en tus labios, tan ausentes como la nieve en mi tierra, tan doliente como las llamas quemando mis entrañas y arrancándome un grito, ahogado por tiempo tras el avejentado silencio, el que suele escucharme sin críticas, el que suele abrazarme por ti...
Cuando el rocío de la evasión emerge de mis pies haciendo remolinos ante mi, espejismos empañando mi fe, aún encadenada al tiempo y al destino... sobre todo al destino, clamando por un amor cuya alma cobijaba la mía, con la plenitud de sus alas, volando tan lejos como podía... dejando en un beso la vida misma, un corazón de piel cálida, desnuda e inocente... boca de luna en mis entrañas... llanto de niño entre mis manos... las que no supieron contener tu existencia y convertirla en eternidad... mis manos fenecieron con las tuyas, dejando entrever la duda de si renacerían algún día...
Hoy reconozco mi verdad... mi única y auténtica verdad...
“Para amarte me bastó un día, para olvidarte una eternidad....”
Busco enaltecer aquel rincón del recuerdo que se mece entre mis sueños, dibujando promesas infinitas, cual tiempo indefinido, cual efímera existencia del día y la noche ... en su eterno renacer. Busco embriagarme de recuerdos meditando con una canción evocada del pasado, la primera de todas, la belleza que me llenó... la que me hizo llorar una vez... la que me vistió de vida y desnudó mi mente.... la que hizo estremecer mi cuerpo con su aliento, llenó de esperanzas revoloteando cual espuma de mar en la orilla de un sentimiento... cuyas huellas esculpidas en mi piel suelen borrarse por momentos cuando el mar del desamor baña mis horas y mi rostro se empaña de lamentos. Yo le quería y le perdí... perdiéndome a mí misma, quizá.
Aún suelo romper en mil pedazos la espera, buscando un pretexto para arrojarme al abismo del olvido, mas las aves del recuerdo vuelven a mi, volando ante mis ojos, para luego dejar posar una flor en mi pecho... la flor del te quiero, el que no quiere fenecer aún, ni volverse efímero como la vida misma, la que me acompaña tras el atardecer de mis horas... que suelen volverse nada en tus labios, tan ausentes como la nieve en mi tierra, tan doliente como las llamas quemando mis entrañas y arrancándome un grito, ahogado por tiempo tras el avejentado silencio, el que suele escucharme sin críticas, el que suele abrazarme por ti...
Cuando el rocío de la evasión emerge de mis pies haciendo remolinos ante mi, espejismos empañando mi fe, aún encadenada al tiempo y al destino... sobre todo al destino, clamando por un amor cuya alma cobijaba la mía, con la plenitud de sus alas, volando tan lejos como podía... dejando en un beso la vida misma, un corazón de piel cálida, desnuda e inocente... boca de luna en mis entrañas... llanto de niño entre mis manos... las que no supieron contener tu existencia y convertirla en eternidad... mis manos fenecieron con las tuyas, dejando entrever la duda de si renacerían algún día...
Hoy reconozco mi verdad... mi única y auténtica verdad...
“Para amarte me bastó un día, para olvidarte una eternidad....”
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