lunes, 5 de octubre de 2009

CARTA DE DESPEDIDA

CARTA DE DESPEDIDA



Miguel Ángel Sánchez Valderrama


No sé que hacemos aquí en esta habitación, en todo lo alto de la montaña, todo lleno de nieve, la gente esquiando, y nosotros aquí en esta habitación, uno de los hoteles más baratuchos. La manía por los hoteles baratos, claro, como no te gustan las cosas de lujo, prefieres lo barato, lo marginal, y no haces más que teclear, te refugias en una esquina y no miras más allá, que al otro lado del muro hay gente que disfruta de la nieve, y yo aquí....
Realmente no entiendo a alguien como tú que tiene la manía de escribir, aunque reconozca que no eres nadie. La gente que escribe se cree alguien por encima... De verdad, a la hora de la verdad, son aburridos, otra cosa es lo que dicen los escritos, los libros, los folios, como en tu caso que no tienes libros publicados ni te presentas a premios. ¿Sabes?, no sé para quién escribes, he leído cosas tuyas acá y allá, mientras escribes silenciosamente y veo que dices cualquier cosa, y como ahora que estás escribiendo lo que te estoy diciendo.

Eso no vale, porque estás escribiendo paparruchadas, y eso no tiene sentido, qué sentido tiene escribir lo que te estoy diciendo, eso demuestra tu falta de imaginación... ¿quieres dejar de escribir lo que te hablo?. De verdad, quiero hablar seriamente contigo, no entiendo todo eso, ¿Qué valor puede tener escribir lo que digo?, si digo mierda, escribe mierda, mierda, mierda. Basta ya, me pones nerviosa, eres un fanático.

No entiendo, ya que escribes lo que digo, que en vez de estar tecleando a la máquina de escribir no estuviera esquiando, no te gusta nada, no sé como se te ocurren cosas si no experimentas nada. Lo bonito que es esquiar y luego ir a la discoteca y luego hacer el amor... y nada, tú y tus manías, eso es una manía, lo de darle a la máquina de escribir, no entiendo. Venga dar al teclado, para eso trabajas de mecanógrafo, eso me saca de quicio.

¿A dónde irán mis palabras?. Quiero que seas más juguetón conmigo, me aburre esto, no sé qué hacer, si liarme un porro o ir a esquiar, ya sé que me dices que me vaya sola, que tú te quedas en esta mierda de habitación con tu máquina de escribir. No puede ser, sería mejor que tuvieras un tratamiento mental, estar adicto a la máquina de escribir es malsano para la mente, no soy yo la que tenga que decir eso, por que realmente soy una desquiciada, pero siempre hago algo, algo normal digo y no estoy aferrada a algo enfermizamente, además me gusta estar contigo.

Pero, no sabía que tuvieras tantas manías. Si fueras más sociable serías el tipo más perfecto que he conocido en la vida, pero te falta eso, sociabilidad. ¿Son los escritores antisociales?, he conocido escritores realmente estupendos en todo, son tan sociables como antisociables, lo tuyo es amargura, y además no sirve de nada escribir, porque no tienes interés en perfeccionar la escritura ni en dar a conocer tus escritos. Es algo desquiciante, mira que escribir lo que te digo. Además, estoy leyendo lo que escribes, eso, y anotas fielmente lo que digo. Es desquiciante. Me desquicia. Pues vale, anota lo siguiente: mañana cogeré las maletas y no te molestes, fin de vacaciones, me iré yo solita, cogeré el autobús y me iré a la capital, y no volveré a verte más.

Lo juro, va a ser difícil intimar a una mujer, no conozco otra mujer con más capacidad de aguante que yo, que te admiro tanto, no entiendo esas cosas, a las mujeres hay que tratarlas con cariño. Las invitas a comer en un restaurante y si ahora estamos en la nieve pues, disfrutar de la nieve, no hace falta esquiar, sino dar un paseo por la estación de esquí... Me deprime esto, solamente veo folios, folios para la papelera, folios para sobres, folios para nada, correspondencias con gente, venga, paquetes de folios.

¡Qué manía! y no te entiendo nada, lo último que leí algo tuyo no tiene nada que comentar, no tiene argumento, ni siquiera tu vida tiene rgumento. En la vida hay que tener argumento y si no, andamos perdidos. Quizás digo barbaridades, es que el porro no me ha sentado bien, me enfado por cualquier cosa, llevo toda la mañana sentada en el borde de la cama y tú, venga, dar al teclado, me he fumado varios porros, y tú, venga dar, al teclado, es insoportable.

He tenido que ir solita a la cafetería a desayunar, ¿y sabes?, dos tipos han intentado ligarme, les dije que tengo novio y tal. Si no me voy con los tipos esos, de verdad, seguro que esos tipos me enseñarían a esquiar y otras cosas. De verdad, pero lo tuyo es aburridísimo, no estaba muy segura de dejarte, pero cada vez me convence más, he decidido dejarte, prepararé las maletas.

Ya que escribes lo que digo, qué fastidio, ponga como título carta de despedida. Así, carta de despedida, carta de despedida, carta de despedida, ¿te enteras?, ¡por estúpido!.

¡No te quiero!. No entiendo cómo te conocí. Me voy a liar otro porro, ¿quieres una calada?. Los porros, me dijiste, te caían mal, me acuerdo el quinto día después de conocerte, yo me acuerdo de los días esos, cuando te fumaste dos porros conmigo, te pusiste tan tierno, apoyaste la cabeza sobre mi pecho, y me decías que te sentías muy mal por los porros...

No sé qué estoy diciendo, así de claro. Te dejo, no vuelvas a llamarme por teléfono, fíjate... Mírame, por lo menos. No me mira, vaya, con la cabeza gachá y dando al teclado, es increíble, nadie ha hecho tanto por ti, mira lo que hago con tu número de teléfono, lo quemo... escriba eso, Elisa coge el mechero y prende fuego al número de fuego...

Joder, al número de teléfono, estoy harta, y me da vuelta la cabeza. Voy a coger una lata de cerveza en la nevera, el ruido incesante de la máquina de escribir y el silencio de la habitación me aturde, y quien habla únicamente soy yo, te tiras horas sin hablar, qué manía, me largo...

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