LOS MOMENTOS MAS TORPES
Ana Arrese
Oigo cantar al vecino en la ducha. Luego toserá ruidosamente. Es mi despertador.
Intento encender la luz y lanzo la lámpara de noche que se hace añicos contra el suelo.
Huyo hacia la cocina para tomar mi primer café.
Me golpeo contra la puerta y salgo disparada hacia la repisa. Bién: el café me queda a mano. Ni siquiera lo caliento. Así, frío, fuerte y que despierte.
Y ... un cigarrito ¡cómo no! ... me siento culpable, pero aún así trato de encenderlo con la taza de café.
No, no. Será mejor buscar un mechero. A ver. No encuentro el encendedor.
Prendo uno de los fuegos de la cocina y acerco el pitillo.
Lo enciendo -¡maldita sea! - me chamusco el flequillo, las pestañas y la punta de la nariz.
No pasa nada, tranquila, sosiégate: el flequillo necesitaba un buen repaso, las pestañas se arreglan con rimel y la nariz con ungüento de aloe.
Otro café y de un trago.
Corro hacia el cuarto de baño y susto: alguien en el pasillo.
Sin importancia, es la asistenta que ha llegado.
La saludo.
No responde.
¿Qué le pasa a esta mujer ahora?.
- Buenos días.
Sigue muda mirándome desconsolada.
- Bue-nos-di-as.
Oigo un voz ahogada:
- Estás en cueros.
Me miro. Es cierto.
- Vale, vale. Todos estamos en cueros alguna vez en la vida ¿no?.
Me ducho entre malabarismos de geles y saltos.
Al lavarme los dientes me cepillo la lengua con fuerza. Vomito el café.
-Armenuhie, hazme, por favor, un desayuno en condiciones-, grito entre lagrimones.
¿Qué me pongo, hoy? esta falda , no; este pantalón, no. Me vestiré mas tarde.
Me ciño una bata para desayunar tranquila.
Desayuno en el despacho, leyendo las "news-on-line".
Guerras, guerras, sucesos, chistes, mas guerras ya olvidadas... siempre lo mismo.
Abro unos audio-videos para repasar antes de entregarlos, siempre hay algo que corregir en el último momento.
Llaman por teléfono.
Se me cae el teléfono desplomándose en la alfombra.
- ¿Siiihii? -me atraganto-.
- ¿Voy o vienes?.
- ¿Cómo dice?
Silencio
- ¿Quién llama?
Silencio.
Cuelgan.
Armenuhie entra en la habitación.
- ¿Te pasa algo?
- No lo sé. ¿Por qué lo dices?
- Estás paralizada, con cara de esfinge, el teléfono descolgado en el suelo, llevas la bata chorreando café, mantequilla, mermerlada y tienes una teta fuera. ¿Te han contratado para algún casting?
- No. De momento, no. Arregla mi dormitorio lo primero.
- ¿Te sientes enferma?
- No. Mucho peor. Me siento torpe. Vuelvo a la cama en cinco minutos.
Ana Arrese
Oigo cantar al vecino en la ducha. Luego toserá ruidosamente. Es mi despertador.
Intento encender la luz y lanzo la lámpara de noche que se hace añicos contra el suelo.
Huyo hacia la cocina para tomar mi primer café.
Me golpeo contra la puerta y salgo disparada hacia la repisa. Bién: el café me queda a mano. Ni siquiera lo caliento. Así, frío, fuerte y que despierte.
Y ... un cigarrito ¡cómo no! ... me siento culpable, pero aún así trato de encenderlo con la taza de café.
No, no. Será mejor buscar un mechero. A ver. No encuentro el encendedor.
Prendo uno de los fuegos de la cocina y acerco el pitillo.
Lo enciendo -¡maldita sea! - me chamusco el flequillo, las pestañas y la punta de la nariz.
No pasa nada, tranquila, sosiégate: el flequillo necesitaba un buen repaso, las pestañas se arreglan con rimel y la nariz con ungüento de aloe.
Otro café y de un trago.
Corro hacia el cuarto de baño y susto: alguien en el pasillo.
Sin importancia, es la asistenta que ha llegado.
La saludo.
No responde.
¿Qué le pasa a esta mujer ahora?.
- Buenos días.
Sigue muda mirándome desconsolada.
- Bue-nos-di-as.
Oigo un voz ahogada:
- Estás en cueros.
Me miro. Es cierto.
- Vale, vale. Todos estamos en cueros alguna vez en la vida ¿no?.
Me ducho entre malabarismos de geles y saltos.
Al lavarme los dientes me cepillo la lengua con fuerza. Vomito el café.
-Armenuhie, hazme, por favor, un desayuno en condiciones-, grito entre lagrimones.
¿Qué me pongo, hoy? esta falda , no; este pantalón, no. Me vestiré mas tarde.
Me ciño una bata para desayunar tranquila.
Desayuno en el despacho, leyendo las "news-on-line".
Guerras, guerras, sucesos, chistes, mas guerras ya olvidadas... siempre lo mismo.
Abro unos audio-videos para repasar antes de entregarlos, siempre hay algo que corregir en el último momento.
Llaman por teléfono.
Se me cae el teléfono desplomándose en la alfombra.
- ¿Siiihii? -me atraganto-.
- ¿Voy o vienes?.
- ¿Cómo dice?
Silencio
- ¿Quién llama?
Silencio.
Cuelgan.
Armenuhie entra en la habitación.
- ¿Te pasa algo?
- No lo sé. ¿Por qué lo dices?
- Estás paralizada, con cara de esfinge, el teléfono descolgado en el suelo, llevas la bata chorreando café, mantequilla, mermerlada y tienes una teta fuera. ¿Te han contratado para algún casting?
- No. De momento, no. Arregla mi dormitorio lo primero.
- ¿Te sientes enferma?
- No. Mucho peor. Me siento torpe. Vuelvo a la cama en cinco minutos.
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